Desde la neuropsicología infantil, estudiamos las consecuencias del daño cerebral sobre el comportamiento del niño, evaluamos las funciones mentales superiores como el lenguaje, el aprendizaje o la memoria y estudiamos las relaciones que existen entre la conducta y el cerebro en fase de desarrollo.
Intervenimos en tres grandes grupos de niños:
1. Daño cerebral adquirido: niños que tras un desarrollo inicial normal sufren una lesión cerebral: traumatismo craneoencefálico, infección cerebral, etc.
2. Daño cerebral congénito o perinatal: niños que sufren una lesión cerebral de instalación precoz: parálisis cerebral, anoxias, espina bífida…
3. Trastornos del desarrollo: es un problema del desarrollo del sistema nervioso que se expresa en dificultades en la conducta o el aprendizaje. Se observa en niños que sin presentar una enfermedad neurológica mayor, padecen trastornos específicos del desarrollo de ciertas capacidades como déficits en el lenguaje, en la lectoescritura, en la atención (trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad, trastorno del aprendizaje no verbal, etc.
La lesión o disfunción del SNC principalmente repercute en tres aspectos: el biológico, el neuroconductual y el psicosocial. Las lesiones tempranas del SNC pueden tener como consecuencia disrupciones en la circulación cerebral, cambios en la presión intracraneal, pérdida del tejido o epilepsia. Así pues estas lesiones pueden asociarse a afección motora, déficit del lenguaje, problemas atencionales o déficit de memoria entre otros.
Las dificultades conductuales y sociales son consecuencias secundarias a la patología del sistema nervioso central. Con el tiempo y en el contexto del desarrollo los problemas se van acumulando y pueden emerger de nuevo, por tanto la lesión del SNC está ligada a la interrupción o desviación de los procesos de desarrollo normal. Al mismo tiempo las habilidades psicosociales pueden incrementar la problemática del niño, debido a que la falta de estrategias sociales asociadas a los niños con lesión cerebral incrementa el aislamiento social, lo que se asocia a un alto grado de estrés familiar. Las consecuencias a largo plazo de estos múltiples factores que interactúan pueden producir una disfunción global que afecten a todos los aspectos de desarrollo del niño.
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